Forma parte ya del lenguaje cotidiano denominar Zona Cero a aquel espacio (físico o no) que ha sido objeto de un acontecimiento de tal magnitud que, automáticamente, pone el contador a cero en la historia particular de ese sitio (físico o no): primero para que no se olvide y, segundo, para que todo pueda ser reformulado desde ese nuevo punto de partida. El momento actual de crisis generalizada puede convertirse (si no lo ha sido ya) en la Zona Cero para la arquitectura en nuestro país: un espacio de tiempo, concreto, a partir del cual nos veremos obligados a buscar nuevos caminos. / Forms part of everyday language to call Zero Zone to that space (physical or not) that has undergone an event of such magnitude that automatically sets the counter to zero in the particular history of that site (physical or not): first so that is not forgotten and, second, so that everything can be reformulated from this new starting point. The present time of general crisis can become (if it has not already been) at Zero Zone for Architecture in our country: a space of time, concrete, from which we will be forced to seek new ways.

20/5/13

DESCANSO GEOMÉTRICO / AMPLIACIÓN DEL CEMENTERIO DE AÑORBE (NAVARRA) DE MRM ARQUITECTOS

MRM Arquitectos, Ampliación del Cementerio de Añorbe (Navarra), 2011
La plaza, el ayuntamiento, el mercado junto con la iglesia son las piezas básicas a través de las cuales, y durante siglos, se han articulado cientos de pueblos del arco mediterráneo; éstas estructuran, desde el interior, la trama urbana y su desarrollo. Dos piezas, normalmente en posiciones más exteriores (tres con el castillo si lo hubiere), el cementerio y la ermita (a modo de satélites) cierran el circulo organizativo de la comunidad, “estirando” la trama fuera de los límites del pueblo. Esta conexión viene de la mano, normalmente, del “camino” (ya sea del cementerio o de la ermita); cientos de éstos pueden ser todavía recorridos por todo el país, alargando la trama de calles hacia el exterior de la población; muchas de las veces marcados por dobles enfiladas de álamos o plátanos que escenifican el ritual del último viaje hacia el camposanto: la procesión, una manifestación de la cultura y la religión que culmina en el cementerio o la ermita.

El joven equipo con sede en Pamplona MRM Arquitectos, formado por Miguel Alonso Flamarique, Roberto Erviti Machain y Mamen Escorihuela Vitales, han trabajado la idea del recorrido, del camino, en su lograda ampliación del cementerio en la localidad navarra de Añorbe, situado en lo alto de una pequeña loma a las afueras de la población y unido con ella a través de un serpenteante camino. MRM Arquitectos toman como base un muro de piedra que delimita el camino y la presencia de un grupo de árboles para organizar un recinto fluido, orgánico, que se construye desde lo elemental: el bloque de hormigón.

La arquitectura que tiene como programa el descanso eterno nos ha dejado en el pasado siglo numerosos ejemplos de obras en la que “el espíritu del lugar” se hace presente; actuaciones con un alto carácter plástico y paisajístico. Baste recordar, entre otras, la canónica actuación del maestro noruego Erik Gunnar Asplund en el Woodland Cemetery de Enskede en Estocolmo (1935/40); la magia del hormigón, piedra y bronce de Carlo Scarpa en la Tumba Brion en Treviso (1969/78); la poesía de los cubos de granito que miran al infinito en el Cementerio de Fisterra en A Coruña de César Portela (1998/00) o el movimiento impuesto por Enric Miralles y Carme Pinós en el Cementerio de Igualada (1985/92)

















( de arriba a abajo, Gunnar Asplund,  Carlo Scarpa, César Portela y Enric Miralles/Carme Pinós)



Las magníficas imágenes del cementerio de Añorbe son una metáfora de su propia levedad y de que nada es permanente. El delicado armazón que MRM han trabajado, poco a poco e inexorablemente irá cambiando; los nichos vacíos se cerrarán con lápidas grabadas con nombres; pequeños toques de color en forma de flores poblarán los cuadriculados lienzos; muchos familiares recorrerán, tranquilamente, el camino del pueblo al cementerio para recordar al ser querido, y la hiedra rellenará con el tiempo, y casi sin darnos cuenta, los huecos de esos humildes bloques de hormigón.


(De los autores........)
Descripción de la obra






La ubicación aislada del cementerio y del propio municipio, encaramados sobre la ladera de San Martín, define unos criterios arquitectónicos de diseño a gran escala en base a las relaciones con el paisaje y por la ausencia de continuidad formal y funcional con la morfología urbana del pueblo. La arquitectura del cementerio se inserta en el territorio como una nueva marca, referencia física del mismo. 


La formalización del programa pasa por el recintado del nuevo cementerio con muros reinterpretados a partir del existente: modeladores del propio paisaje, adaptándose a él, a su topografía, conteniéndolo, apenas delimitándolo, cóncavos y convexos, como ecos formales corbuserianos, incorporando sus vistas, el paisaje y el cielo genérico; integrándose así en él. Los nuevos muros reordenan y reescriben, agregan nuevos significados y re-significan el conjunto partiendo de la preexistencia del muro del viejo cementerio. La transparencia parcial de los mismos permite una mediación en la relación con el paisaje y evita su percepción masiva y cerrada.















A pesar de la estaticidad intrínseca del programa, la obra adquiere un enorme dinamismo al ser recorrida, se activa de alguna manera en el desplazamiento descubriéndose las relaciones con el entorno, donde cualquier recorrido es una sucesión de secuencias cambiantes, dibujando distintas percepciones y  permitiendo re-leer y re-comprender el mismo paisaje circundante. La fábrica se construye desnuda, osamenta semienterrada, presencia de la ausencia que allí crece, que guarda y contiene el tiempo de todos, su propio tiempo representado en cada pieza de bloque colocada. El muro no solo está sino que su propio tiempo ocurre cada vez que se nos presenta.


Criterios compositivos y paisajísticos

Se plantea el proyecto desde la redefinición de un recinto interior tradicionalmente cerrado, desocupado del paisaje e infrautilizado para, a través del diseño de un límite discontinuo menos impermeable, mejorar la continuidad del paisaje, vientos, luz y naturaleza; elementos inmutables del paisaje y del tiempo.

Una arquitectura cargada de relaciones que deriva sus formas de las mismas. La oposición positivo-negativo, cóncavo-convexo, espacio-materia, permiten extraer de estas consideraciones el proyecto paisajístico. Los muros construidos se despojan de revestimientos y se presentan en pura estructura, vaciados de toda construcción innecesaria o de acabados, percibiéndose así las cualidades anteriormente descritas. De esta manera, evocan con su forma la metáfora de la presencia de las ausencias que permanecen en nuestra memoria y que allí enterradas, crecen.

Estos muros suavizan o eliminan las esquinas como proceso de adaptación orgánico final hacia la naturaleza desde la trama urbana pasando por el antiguo cementerio. El cementerio existente se modifica en dos extremos para habilitar una nueva comunicación interna y un depósito de cadáveres cubierto.

Las formas del muro discontinuo, aligerado y descontextualizado el material bloque de su binomio función-forma habitual, permiten la lectura de una intención de diseño que pretende estar por encima de su uso, forma y prácticas constructivas habituales.

Programa de necesidades
El programa planteado consiste en la ampliación del espacio de reserva para 100-120 tumbas en superficie, 60 nichos y 31 columbarios, así como la reordenación de los exteriores y la relación formal y funcional con el cementerio existente.











Criterios funcionales y de jardinería

La nueva ampliación añade dos nuevos espacios más recogidos, más íntimos y dos áreas mas abiertas, además del recinto modificado del cementerio existente.


 El diseño de los muros permite mantener la topografía actual de la parcela evitando los movimientos de tierras y la construcción de muros de contención excesivamente agresivos con el paisaje. Al no tratarse de un muro cerrado en si mismo, permite que la ladera descienda naturalmente y los árboles entren de manera natural dentro del cementerio, favoreciendo la integración del cementerio en el paisaje autóctono existente. Los muros que articulan y definen la propuesta se plantean como veladuras que, mediante una mayor o menor transparencia, garantizan la privacidad en los lugares necesarios.

Los cerramientos del cementerio se irán progresivamente tapizando de vegetación en algunos puntos. La zona central y el contorno se replantarán con árboles autóctonos de la ladera, previendo en el interior otros tipos de árboles más ornamentales.

Dos obras de MRM Arquitectos:


Centro Tecnológico de Artes Gráficas y Visuales de Estella










Fundación Laboral de la Construcción de Aragón, Villanueva de Gállego
























Fuentes:
+ Fotógrafo: Mikel Muruzabal
+ Accésit en Diseño Urbano y Paisajismo Premios del COAVN 2013-05-20
+ Obra catalogada en el Premio ARQUIA-PROXIMA 2012 de jóvenes arquitectos
+ Obra seleccionada para la 7ª Bienal del Paisaje Rosa Barbá 2012
  

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